domingo, 26 de enero de 2014

(Vida lo llamaban).

"Espero que no volvamos a vernos después de que pase el tren".

Eran palabras que enmarcar de recuerdos dolorosos. Eran sentimientos a sostener tan cerca como para que no se nos escaparan, pero lejos para que no se enredaran con nosotros. Eran una cometa en... En los días de otoño; eso es. Una cometa en los días de otoño con tormentosas corrientes de aire. Ni todo el viento del mundo me los arrancaría de las manos. Las mismas que un día jugaban con tu pelo en esos días fríos en los que ambos nos quedábamos en casa. Y decías no tener un lugar en el que refugiarte mientras yo me iba refugiando en ti. 
"No importa qué pase al final, sino qué pasó al principio". Recuerdo discrepar.
Quería seguir conociéndote como al principio y queriéndote como en la trama. Dejar de escribirte en el final de cada tarde y de nosotros. Quería seguir recordando cómo llegaste. Porque simplemente llegaste. Como la lluvia de verano. Como la primera hoja caída del otoño. Como el primer suspiro del invierno. 
El primer "no te vayas" tras el "adiós".

Día X de noviembre. 
Siete de la tarde, pero no de la suerte. 
Tú tras el andén y yo... Tras la vida. O tras de ti, que es lo mismo. 
El tren pasa de largo y no sé si llorar o ir por una pala para recoger estos cachitos que caen de mí como los copos de nieve del cielo invernal. 
Resultó que era verdad que no volveríamos a vernos después de que pasara el tres, como era cierto que prefería no recordar qué pasó al final. 

Me torné como se tornan los días grises. 
Afuera llovía como si lloraran por ti.
Yo me quedé bajo la lluvia, y tú, en las vías. 
Fue el fin. 

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