Y yo ya (te) escribía al lado de la ventana mientras llovía antes de que el mundo pudiese ponerlo de moda. Y al final era la lluvia la que acababa por escribir(te). Y quedará siempre la duda de si fue la lluvia de ahí afuera o la de aquí adentro.
Podría arrancarme la piel porque vinieras. Y las pecas. Y los lunares. Y las cicatrices.
Interpretadme, que yo ya no sé hacerlo.
Eres como esa jaula de la que para escapar tengo que cerrar por dentro. Y le he cogido cariño a estos malditos barrotes. Será que me están matando.
Pero tú y yo no morimos.
Porque morirnos suena demasiado trágico para un final que no existe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario