domingo, 26 de enero de 2014

Vías. Y no de escape.



Voy en un tren en dirección al este y eres lo único que puedo ver tras la ventana. 

Me gustaría esbozar una de esas sonrisas tristes y rotas, pero hoy no quieren salir. Veo que tus ojos sonríen pero no sé si es a mí. Y me encantaría bajar de aquí y decirte que si es cierto que no me quieres, finges como nadie nunca supo haber fingido delante de mí. Me gustaría decirte que de tanto escribir(te) ya no sé cómo representar todo lo que veo con las vidrieras que tengo por ojos.
¿Acaso no ves lo bonito de acumular lágrimas en los ojos para no dejarlas caer? Parece decir "Te echo de menos y aún no te has ido". Quizá sea eso lo que dice. Y me encantaría bajar de aquí y decirte que te echo de menos. Y ya está. 
Porque en realidad sí que parece que ya te hayas ido.
En realidad parece que te fuiste hace mucho tiempo.

Voy en un tren en dirección al este y aún tengo la imagen de tus ojos en mi mente. 

Y será verdad que no me quieres, pero me parece que me quieres. O será verdad que ya no veo la realidad de tanto transformarla en palabras. 
Y hoy por primera vez pienso en por qué querría transformarte en palabras si ninguna llegaría a describirte tan bien como lo haces tú por ti mismo. Malgasto intenciones, y aún así lo sigo intentando. 

Voy en un tren en dirección al este y me gustaría estar en las vías pensándote por última vez.

Esta vez lo haré como siempre y a la vez como nunca. 
Porque estoy segura de que nadie ha llegado a pensarte como yo lo hago. 

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