Quizá lo que se queme sea la ilusión. O el alma. O yo qué sé. Quizá estemos sustituyendo pedazos de nosotros por tardes luchando contra las palabras que no acaban de expresar lo que nosotros mismos somos. O lo que quisiéramos que nos hicieran. Ojalá hicieran de mí una ciudad encendida con todo ese colorido. La alegría de los niños. La melancolía a ratos de los enamorados.
U ojalá me hicieran piano para poder expresar(te) con notas todo lo que no sé escribir(te) con palabras. Y sonar en los días tristes con las lágrimas que nunca dejas caer pero que conseguiré arrancarte a base de sonora tristeza.
Mares en tus pupilas por ríos en mis mejillas.
O puedo convertirme en el típico piano abandonado que guarda recuerdos en cada una de sus teclas. Piano que tocó un día el mejor pianista no del mundo, pero sí el mejor de mi vida.
Aunque también puedo quedarme arrinconada en una esquina del salón en el que disfrutamos de tantas tardes. Al fin y al cabo, hay más (no sé si mejores) pianistas.
Aunque yo solo sea un piano más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario