domingo, 4 de mayo de 2014

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Seguro que esos malditos hijos de puta ni siquiera escriben lo que sienten al igual que, muy seguramente, se los estará comiendo la rabia por dentro cuando ven al éxito pasar por su lado y seguir de largo sin prestarles atención. Y estoy convencida de que si la falta de reconocimiento no les ha hecho ya explotar en mil pedazos, no habrá que esperar demasiado para que eso pase. Espero que algún día dejen de esperar halagos por palabras y acaben escribiendo algo que de verdad pueda hacer sentir a quien los lea. O no. Mejor que sigan forzando sus rimas asonantes en cada uno de sus versos y se atraganten con alguno, que ya me ocupo yo de escribir sobre cogerte de la vida en lugar que de la mano. Que no es que me pertenezcas como musa, sino que mereces algo más que un puñado de poemas tan vacíos y tristes que ni siquiera valdría la pena amueblarlos y quedarte allí a vivir. Y aunque sé que, después de todo, volverás a sus cínicas palabras, no puedo evitar sentirme como quien tira un búmeran roto y espera a que regrese cuando sabe que, en el fondo, no volverá nunca; como una soñadora más. Aún así, sigo pensando que todas las noches que paso escribiéndote se acaban quedando bonitas para pegarles un tiro a todos esos hijos de puta que no saben escribirte bien, como se le suele escribir a la Luna. 

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