jueves, 11 de abril de 2019

Ilegible

Saltó.
(Yo nunca lo haría)


Me dejó una nota
siete veces reescrita:
"Hay quien a veces te abraza
y te convierte en un puerto.
Y hay quien es como tú:
quien atraca,
pero no necesariamente
en barco."

Y me encontré una carta
hecha una bola
tras el sillón.
Justo como estoy yo,
pero encima de la cama
y sin ningún borrón.

La poesía no me parece tan bonita
desde que no leo un poema suyo
lleno de marcas de lápiz
detrás de cada letra.

Y la vida no me parece tan bonita
desde que saltar conlleva algo más
que jugar en una cama elástica
y al terminar volver a tener
los pies en la tierra.

Aunque ella nunca las tuviera.

Le dejé una estúpida nota
que, seguramente, jamás leería:
"Estoy al lado del radiador
esperando a que vuelvas,
y por muy cerca que me quede
no noto calor que me envuelva.

Y sé, amor mío,
que es de las estupideces
por las que te fuiste.
Pero me resultó una metáfora
de nuestro amor
incomprensible, 
casi admirable:

Está roto, ¿lo recuerdas?
Yo me sigo acordando.
Y aunque sé que no me dará calor
sigo esperando.
Porque sé que algún día estará dispuesto
a hacerme compañía".

(Hay veces que releo y ni yo entiendo
lo que te escribo.
Pero eso siempre me da igual
porque está como yo quería:
lleno de marcas de lápiz
justo detrás de cada letra,
justo como tú me escribirías.)

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