viernes, 12 de abril de 2019
01:49
Eh, escucha.
El reloj marca las 23:52. Tal como ves, no hay nada exacto. Estoy detrás de una ventana intentando encontrarte, pero la lluvia apenas me permite distinguir de dónde vienen las luces que veo esta noche. He parado el coche. Tengo un mensaje tuyo, pero no uno cualquiera: el último que me has mandado, aún sin leer. Y casi que temo hacerlo, porque puedo imaginar lo que me dices.
Marca las 23:56. Llevo ropa oscura. Estoy parado en un lado de la carretera, aunque justo dentro de la autopista. Los coches pasan muy rápido y muy cerca de mí, pero no tanto como lo hace el tiempo. Parece que te escribo a ti, pero en realidad no sé para quién lo hago... ¿Para ti? ¿Para el resto? ¿Para mí mismo? Esto acabará en manos de quien no sabe tu nombre, inevitablemente. Qué desgracia para ellos, porque vamos a llevarnos con nosotros un nombre que jamás sonará tan potente en el recuerdo de otros.
Marca las 00:18. Y llegado este punto te preguntarás qué importancia tiene la hora. Mucha, en realidad. Porque refleja el tiempo que me toma escribir cada parte. Es cada vez más difícil abrirme a... La situación, imagino. Parece que avanzo muy lento, pero para mí todo ha ocurrido tan rápido desde que diste aquel portazo en mi piso anoche. A estas alturas no sé qué hacer, no sé qué preguntas hacerme. La lluvia sigue sin dejarme ver más que las luces, pero me estoy planteando si realmente necesito algo más que eso. Y supongo que no. De luces ha ido este último día, así que les habré cogido cariño, con ese led del móvil parpadeando por tu mensaje cada segundo...
Reloj digital, y 00:41. Vestido de oscuro, autopista, no estás. Parecen haber pasado mil años desde que no estás. Te echo de menos, quizá debí decirlo antes. Y tras todo esto te preguntarás por qué estoy escribiendo, si no he dicho nada. Tienes razón. Pero me da la sensación de que he dicho más de lo que realmente queda reflejado con palabras, ¿o no es así? Si estuvieras aquí no habría preguntas. Solo respuestas. Quizá a susurros, quizá a gritos. Pero conmigo, respuestas. Te echo de menos, ¿no es esa la clave de todo? Te echo de menos, te echo de menos, te echo de menos.
01:21. Coche parado, vestido oscuro, autopista, no estás, he leído tu mensaje. No estás. No estás. No estás. Y estoy abriendo la puerta. Sí, en medio de la autopista. He tirado mi móvil lejos, y no he querido ver hacia dónde. Me tumbo en la carretera, estoy acostado. No estás. No sé, no estás. A quién le importa esto ahora. Te echo de menos.
01:49. Autopista. Asfalto. Lluvia torrencial. Nada.
¿Lo escuchas?
Adiós.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario