domingo, 30 de marzo de 2014

Debería haberla seguido.

Llevo días viéndola congelarse a treinta y dos grados y ya no me queda más que darle un abrazo que la estabilice mientras, en mi interior, sigo sabiendo que todo en su cabeza da mil vueltas.  No tengo palabras. Quizá estemos en decadencia.
Ayer quise sorprenderla colocando una rosa en su escritorio. Llegó a casa como solía hacerlo: fría, endeble, perdida… Y así mismo fue su mirada minutos antes de salir corriendo en dirección a ninguna parte. Al ver la flor pegó un grito que desgarró el silencio, mi alma y hasta los espejos. La vi irse.
Podría matarme por haber hecho lo que hice: no correr tras ella. Me dediqué a mirar la rosa que había acabado en el suelo y luego al espejo que tenía enfrente. Me veía a mí. La oscuridad. A mí otra vez. La rosa. Más tarde mi mente se quedó en blanco.
Me fui agachando lentamente hasta que llegué a sentarme en el suelo, siempre mirando hacia el espejo. Preguntándome qué es lo que había hecho mal. Poniendo a prueba mis ojos comprobando cuán empañados podrían soportar estar antes de comenzar a llorar.
No me responde a los mensajes y, conforme se hace de noche, empiezo a parecer una vaga sombra. He acabado tirado sobre el parqué y mirando al techo como si encima hubiesen estrellas, pero en todo lo que pienso es en ella y el tiempo pasa, fugaz.
A estas horas de la madrugada parece que la rosa se esté marchitando a la luz de la Luna.
Aunque, pensándolo mejor, quizá sea yo.

Debería haber ido tras ella. 



sábado, 29 de marzo de 2014

La vi quemando rosas.


La vi quemando las rosas del funeral de su madre aquel mismo día por la mañana y, cuando me acerqué, ni siquiera me salieron las palabras. Ella tenía los ojos empañados junto con una mirada triste y perdida ante el fuego, pero no lloraba. Rato después se sentó en el frío suelo lleno de barro por la lluvia de la noche anterior y recogió los pies, rodeándolos con los brazos y apoyando su cabeza en ellos. Recuerdo haber hecho lo mismo.
Era uno de esos momentos de la vida en el que tu cabeza empieza a reproducir Trouble, de Coldplay. Uno de esos momentos en el que deseas darle un abrazo en silencio, pero no lo haces.
No separó la vista de aquella hoguera ni una vez, pero llegó un momento en el que levantó levemente la cabeza de sus piernas, negó con ella con un movimiento casi imperceptible y dijo:
Ni siquiera sé qué haremos cuando ya no quede nada de ella en nosotros. Será como estas efímeras rosas que disfrutamos en su momento. ¿Crees que volveremos a recordar siquiera cómo olían cuando se hayan convertido en cenizas y se las lleve el viento?
Volvió a acomodarse en sus piernas y yo miré al suelo. Como su padre, me prometí que nunca me permitiría que ella fuese tan infeliz como era ahora, pero no pude hacer nada en ese momento. Simplemente entré en casa como un maldito cobarde y ella se quedó allí.
Recuerdo que pasó cuatro horas más delante de lo poco que quedaba de aquellas rosas, con la misma mirada perdida y bajo una lluvia casi torrencial. Recuerdo haberla observador durante toda la noche sin dormirme y recuerdo haberla visto llorar cuando, a la mañana siguiente, la lluvia había acabado con todo. 

domingo, 23 de marzo de 2014

Boda.

Boda. Frío. Fuera. Dos y veintitrés minutos de la madrugada.


Me pregunto dónde se hospeda la Luna cuando se despide, o si está comprometida con alguna estrella. Si ansia prender fuego a cada calle que no lleva su nombre o si ha escrito alguna historia con una de esas nebulosas.
Me pregunto si siente tanto frío como yo aquí adentro aún en días especiales. Si echa de menos que alguien le regale rosas, o si algún enamorado lo ha hecho alguna vez.
¿Qué significa que las flores dejen de aparentar marchitas a la luz de las estrellas?
Soy ceniza más que polvo. Decidme, ¿el cielo ha sido gris desde siempre o ha ido destiñendo el color de la noche? Siento que de intentar quitarme la venda acabaré arrancándome los ojos.

Boda. Frío. ¿Dentro?


¡Ahí no hay nada!

martes, 18 de marzo de 2014

And nothing else matters...

 Me dijo que llegaría lejos y… No sé, miradme. He acabado hondo, pero lejos al fin y al cabo. Supongo que eso es lo que cuenta: lo lejos que llegues, sin dar importancia a cuán bajo has caído.
 Me prometí que no cambiaría nunca y… No me juzguéis. Olvidadlo. Os hablo desde la inexperiencia con el corazón amordazado. Me he convertido en una corriente de aire que transporta suspiros y los alivia, pero no los destierra. Algo tan bonito y lúgubre que casi parecería un entierro en un día de lluvia con November Rain de fondo.
 Si hay alguien leyéndome, yo… Lo siento. Quiero decir, no sé quién eres, pero siempre hay algo que sentir. Para todos, la eternidad arde hasta que se acaba y nos congela, pero quema igual.
 Podríamos ser… Podríamos ser Nothing Else Matters sonando a toda hostia tras un día triste y bajo un cielo gris sin Sol. Podríamos ser un cartucho fallido a los pies de nuestra musa momentos después de tenerla a punta de pistola. Algo peligroso, como las palabras. Doloroso, como una despedida.
 Y elegimos ser… Joder. Elegimos ser frágiles, como el silbido del viento entre las ventanas. Frágiles. Como las esperanzas.



So close no matter how far
Couldn't be much more from the heart
Forever trust in who we are...
And nothing else matters.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Díganle que le habla el tiempo

Nota de suicidio.

Díganle que he muerto, 
que me he ido.
Que he perdido el norte, el sur,
el este y hasta el sentido. 
Díganle que perdí las ganas,
el valor, el rumbo, la guerra...
Perdí hasta su cariño
y es lo que más me aterra.
Díganle que qué sé yo,
que me falta hasta cordura. 
Díganle que duelo más
de lo que dolerá la sutura
que irá creando en su corazón
aprendiendo a hacer más caso a la razón.
Díganle que lo quería, 
que lo sigo queriendo, 
que la vida se me escapa
y detrás de él va corriendo.
¡Díganle que me la llevo!
¡Me la llevo de la mano!
Díganle que si veo que puedo
la tiraré por un barranco.
Díganle que seguiré vagando
más con ansia que con prisa
de Sol en Sol, por los ríos
hasta que cesen las risas.
¡La vida no es otro cuento
ni una actuación improvisada!
¡La vida no es otra historieta
de J. K. Rowling 
ni luchamos con la magia!
La vida es verle ir, 
dejarle atrás,
marcharse. 
Vida es tener que partir,
tener que disculparme. 
¡Díganle que me he muerto!
¡Díganle que me he matado!
¡Díganle que, como juré,
me he acabado suicidando!

viernes, 7 de marzo de 2014

Lo nunca enviado.

Un veintitrés de junio de dos mil trece. Con 186 palabras, 849 caracteres y, por desgracia, alguna verdad (no tan) oculta. 




 Venía a contarte que he vuelto a perderme.
¡Sí, otra vez!
Voy a titularme "Las consecuencias de estar sin ti", porque de eso trato; eso soy, aunque no te interese. Tendré quinientas páginas, pero te atascarás en la primera por la complejidad de la historia, y no te juzgo. Yo sigo intentando comprender el porqué del título. Por qué sin ti. Pero a decir verdad ya he hojeado el final y me he encontrado con un sinfín de páginas en las que solo figura tu nombre y un "Vuelve", que no termino de comprender si es un deseo o un lamento.
¿Sabes? Me encantaría confesarte que en realidad no te quiero, que eres otra de esas musas tristes. Otra de esas imaginarias. Pero no se me da bien mentir. Me encantaría jurarte que juré olvidarte, y en cambio no lo hago porque odio reconocer haber jurado en vano. 
Mi problema, corazón, era escribirte en lienzos por ser obligado recordarte con el arte. Mi problema era buscar el verso perfecto teniéndote delante. 
¡Sí, definitivamente!
He vuelto a perderme en la historia. O sus pupilas. Qué más da.