sábado, 22 de febrero de 2014

A quienes llegaron tarde.


Las rosas volverán a vestir de marchitas para llamar la atención de la Luna, y ésta volverá a cerrar sus párpados echándole la culpa al Sol. Dormirá con la conciencia no tan tranquila y los sentimientos desparramados, reflejándose en el mar que la muestra aún más débil que de costumbre. Y de madrugada mandará mensajes a las estrellas diciéndoles que las necesita para ser preciosa echa de menos que alguien le haga los coros en el concierto que es el cielo. Que existe un infinito que no pueden prometerse, pero podrían desdibujarlo a medida que avanzan. Esperar que no les desgaste. 

Las rosas volverán a boicotear la primavera vestidas de marchitas, y volverán a olvidarlas en el campo con más espinas que colores. Volverá la Luna a olvidar arrancarlas para pedir perdón, y llorará sola en medio de una oscuridad cegadora mientras las estrellas se toman un café en nombre de todos los suspiros que completan el aire por ellas. 

Y nosotros volveremos a quedarnos aquí, escribiéndole a lo marchito y con luciérnagas como estrellas, porque las verdaderas se cansaron de esperar que les salvaran con palabras. 

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