sábado, 15 de noviembre de 2014

Era ella.


"Seguramente un día
—una vez me dijo—
dejaremos de ser
porque dejarás de estar."

"¿Acaso deja una rosa
de ser una rosa
por estar marchita?"
Pregunté. Y me tapé los ojos.

Y por un momento
deseé de verdad una respuesta.
Ella solo me abrazó. Fría. 
Triste. Era un océano.
"El mediterráneo", pensé.

...Y no sabría explicar por qué.

La vida dura dos minutos.
Tres. Cuatro. Rara vez nueve.
Depende de la canción
que te recuerde a ella.

"Seguramente pronto
—escupió en otra ocasión—
me abandones como siempre
y me olvides como nunca."

"¿Acaso olvida un poeta
alguno de sus versos
aunque los abandone?"
Pregunté. Y no esperé respuesta.

"Siempre vuelve a mejorarlos",
respondió.
Y me quedé de piedra.

Era un dragón. Un fantasma.
Una noche de invierno.
Se volvió como pasar
el día entero en el cementerio.

La vida es llorar.
Reír. Volar. Decepcionarte.
Depende de la película
que le asignes a su existencia.

2 comentarios: